El diario inglés The Guardian publicó la semana pasada un artículo en el que analiza el crecimiento poblacional de los hispanos en algunas zonas de Estados Unidos y su poder en periodo de elecciones para determinar los resultados finales en las urnas.

Según los datos presentados en el reportaje, para este mes, el 39% de la población de California (el estado más poblado de EEUU) será de origen hispano, convirtiéndose en el grupo racial más grande por encima de los blancos. De esta forma California se convierte en el segundo estado con mayoría hispana junto a Nuevo México.

Sin embargo, este crecimiento en número de personas todavía no se traduce en los mismos niveles en poder electoral ya que, ni todos los hispanos contabilizados tienen derecho a votar, ni los que lo tienen participan en los comicios. Se calcula que de los 53 millones de hispanos que hay en EEUU, 7 millones son personas indocumentadas, 5 son residentes legales pero no ciudadanos, por lo que no pueden votar, y 17 millones son menores de 18 años

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. Por tanto, 24 millones de hispanos tienen derecho a votar hoy en día y, de acorde a los datos de las elecciones de 2012, aunque fue un récord, apenas 11,2 millones acudió a hacerlo.

Muchos consultores, activistas e investigadores relacionados con la comunidad hispana creen que hay varios motivos por los que los hispanos no votan: inseguridad con el idioma, falta de maquinaria social para movilizarlos y, en los últimos años, cierta decepción hacía lo prometido por el presidente Obama y lo realmente aprobado, como la ley migratoria, los recortes en educación y las deportaciones.

Mientras que algunas de estas cuestiones se van mejorando con el tiempo, como una dedicación exclusiva a ellos durante las campañas electorales con anuncios en español, herramientas web en español y especializadas en políticas que preocupan a los latinos e incluso discursos en castellano, otras parece que van a tardar más tiempo en afianzarse. Las deportaciones, uno de los temas que más afecta a la comunidad hispana, van a llegar a los 2 millones desde que Obama llegara al poder, cifra superior a la de la Administración Bush, y la reforma migratoria prometida en 2008 y 2012 sigue sin conseguir el apoyo necesario en ambas Cámaras.

Cuestiones y decisiones políticas que los partidos y los candidatos no deberían perder de vista porque, si ya en 2008 se calcula que los hispanos decidieron 80 votos electorales y 8 estados a favor de Obama y cada mes 50.000 jóvenes hispanos cumplen la edad mínima para votar, el poder hispano todavía no ha llegado a su máximo potencial. Es indudable que en el futuro el voto hispano será decisivo para llegar a la Casa Blanca y para optar a un escaño en el Capitolio, sobre todo en estados clave donde actualmente ya son mayoría, como California.