El año pasado, durante su visita a España, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo lo siguiente: «No hubiéramos sido un país independiente sin vosotros». Ciertamente, la Independencia de Estados Unidos contó con una implicación española determinante.

El 4 de julio se celebra la Independencia de Estados Unidos. Una fiesta nacional que conmemora la Declaración de Independencia del Congreso Continental ese mismo día del año 1776.

Esta declaración se produjo durante el curso de la Guerra de Independencia de Estados Unidos (1775-1783). Este acontecimiento bélico contó con la participación de tropas españolas, favorables a las trece colonias norteamericanas, que desempeñaron un papel decisivo en la victoria sobre los ingleses.

Fueron muchos los españoles que arriesgaron su vida por esta causa. Aunque otros quizá perecieran sin el reconocimiento que merecían, múltiples investigaciones históricas han dado a conocer la encomiable labor de algunos de ellos.

JUAN DE MIRALLES

Juan de Miralles Trayllón (1713-1780), alicantino de nacimiento, viajó a Cuba en 1740, estableciéndose en La Habana. Desde allí organizó el comercio con las colonias norteamericanas y, con el paso del tiempo, congenió con los ingleses asentados en lo que hoy es la costa este de Estados Unidos. Llegada la Guerra de Independencia, formó un servicio secreto que obtenía inteligencia para los norteamericanos mediante espías como el fraile Antonio de Sedella, cuya identidad no fue descubierta en 50 años.

Miralles tenía una excelente relación con George Washington, que luego se convertiría en el primer presidente de Estados Unidos. Una correspondencia amplia entre ambos, hallada por el historiador Salvador Larrúa Guedes, daba fe de la amistad. El apoyo de Miralles fue determinante cuando, habiéndose quedado el general Washington sin recursos, movilizó oro por valor de 300 millones de dólares actuales.

El alicantino falleció en 1780 en la casa de George Washington. A su entierro acudieron todos los miembros del Congreso de Estados Unidos, en señal de agradecimiento por la ayuda prestada.

DIEGO DE GARDOQUI

Diego María de Gardoqui y Arriquibar (1735-1798) pasó a la historia como el primer embajador español en Estados Unidos. Durante la primera fase de apoyo, que no era oficial, la corona española envió dinero y provisiones a través de comerciantes particulares. Uno de ellos fue Gardoqui que, a través de la compañía Gardoqui e Hijos de Bilbao, fue capaz de suministrar armas, materiales y dinero a los patriotas norteamericanos.

Gardoqui, a mediados de 1777, se posicionó como traductor del conde de Floridablanca en la interlocución con Arthur Lee. Gardoqui se centró en desarrollar toda una red de suministros para las tropas de George Washington. Los números hablan por sí solos de la magnitud de la ayuda: 18.000 mantas, 11.000 pares de zapatos, 30.000 uniformes, 4.000 tiendas de campaña, 215 cañones, 30.000 mosquetes, 30.000 bayonetas, 300.000 libras de salitre para hacer pólvora… Todo ello por un valor total de 946.906 reales, una suma muy elevada en la época. También hay documentos históricos que confirman que, desde el negocio de Gardoqui, se compraban en Holanda barcos y mercancías que enviaba como suministros a la Nueva Orleans española, pero que en realidad tenían como destino final sufragar las necesidades de los revolucionarios norteamericanos.

Con el fin de la guerra y la independencia de Estados Unidos, Gardoqui se estableció en Nueva York, la capital del país hasta 1790. Fue el primer embajador y encargados de negocios de España en Estados Unidos. Su relación con George Washington también fue estrecha. A su lado, el 30 de abril de 1789, permaneció durante su toma de posesión como presidente. También acudió a la inauguración de la iglesia de San Pedro, cuya construcción lideró el bilbaíno.

LUIS DE UNZAGA Y AMÉZAGA

El malagueño Luis de Unzaga (1717-1793) era el cuñado de Bernardo de Gálvez. Antes que este gobernó La Luisiana. Unzaga decidió apoyar la revolución de manera indirecta mientras reorganizaba el territorio bajo su control. Para ello, creó fuertes con el objetivo de fortalecer su defensa y servir como núcleos de intercambio de información, nutriendo una red de espías que permitía al gobernador conocer de buena mano qué ocurría en el frente.

Fue el primero en dirigir una carta con el tratamiento de «General de los Estados Unidos Americanos». Se aceptó así la existencia y nacimiento de la nueva nación norteamericana. Este hecho de gran trascendencia, el primer reconocimiento de los Estados Unidos, llegó al conocimiento de George Washington. Con ello, Unzaga no solo fue pionero en usar el nombre del país sin estar precedido por el adjetivo numeral cardinal «Trece» (o ‘Thirteen’), también fue el primero en emplearlo en español; además, tal denominación implicaba que Unzaga les reconocía como nación y no como un grupo de rebeldes.

CONDE DE FLORIDABLANCA

José Moñino y Redondo, el I conde de Floridablanca (1727-1808) orientó la política exterior de Carlos III para fortalecer la posición frente a Inglaterra. Fue uno de los principales promotores del apoyo a la causa de la independencia de Estados Unidos.

El conde de Floridablanca diseñó un plan secreto de apoyo a los rebeldes para evitar la implicación directa de España. Apostó por permitir el atraque de los barcos norteamericanos en los puertos del Mississippi controlados por España. Además, envió armas, dinero y uniformes a los combatientes.

FERNANDO DE LEYBA

El ceutí Fernando de Leyba y Córdova Vizcaigaña (1734-1780) heredó el legado castrense familiar y su trayectoria militar se prolongó durante tres largas décadas. Tiempo suficiente para estar destinado en suelo norteamericano e implicarse en la defensa de las posesiones españolas de ultramar en Nueva Orleans, Arkansas, Cuba o San Luis.

En La Luisiana, que España pasó a controlar en 1763, fue donde el capitán ceutí conoció el estallido de la Guerra de Independencia.

Fernando de Leyba, que tenía comunicación directa con Bernardo de Gálvez, asumió la empresa de comunicarse con un jefe rebelde, George Rogers Clark, al que debía hacer llegar tanta pólvora y tanto crédito como necesitase. Todo enmarcado en un apoyo implícito y extraoficial hasta la primavera de 1779, cuando Carlos III decidió ratificar la Convención de Aranjuez e implicar a España de manera directa en la guerra de independencia de los Estados Unidos.

Leyba ordenó levantar el Fuerte de San Carlos que quedó incompleto por falta de tiempo. El 26 de mayo de 1780, al grito de «¡A las armas, a las armas!», emprendieron el fallido ataque al fuerte. Dos horas bastaron para que los ingleses reconocieran una derrota que, de no haberse producido, habría cambiado el curso de la independencia de las Trece Colonias.

LUIS DE CÓRDOVA

Luis de Córdova y Córdova (1706-1796), fue un militar español originario de Sevilla, capitán general de la Real Armada Española.

Durante la guerra de Independencia de Estados Unidos, Córdova provocó la mayor debacle logística que la marina británica había sufrido hasta la fecha. Apresó 52 buques de los 55 que salieron al Atlántico con 80.000 mosquetes y 3.000 barriles de pólvora. Un fracaso clave para la independencia de los colonos.

BERNARDO DE GÁLVEZ

El malagueño Bernardo de Gálvez (1746-1786) pasó a la historia como el más aclamado de todos los españoles que participaron en la independencia de Estados Unidos.

Gobernó La Luisiana desde 1776 y participó en la ayuda secreta a los colonos hasta 1779. Con la entrada oficial de la corona española en la contienda, Gálvez se implicó en la defensa del territorio norteamericano de la ofensiva británica. Rápida y sencillamente venció en Manchac, tuvo éxito en Baton Rouge y pronto fijó la atención en La Florida para abrir frentes a los británicos y dispersar sus esfuerzos.

Así fue como logró entrar en Mobile y consagrarse militarmente con la famosa toma de Pensacola en 1781. El apoyo de Gálvez continuó de forma estable hasta 1783, cuando  finalizó la guerra de forma exitosa para los norteamericanos.

Los padres fundadores de Estados Unidos aprobaron en el Congreso homenajear a Bernardo de Gálvez colgando uno de sus retratos en el Capitolio de Washington, D.C. Esta promesa no se certificó hasta 2014, 231 años después de su aprobación. Gálvez es uno de los ocho ciudadanos honorarios de Estados Unidos.