Una de las señas más importantes de la presencia española en América fue el mestizaje. De hecho, a diferencia de otros países, si algo diferenció el modelo español en América fue la política de integración y mestizaje, lo que lo convierte en una seña de identidad de la herencia cultural hispana. El momento histórico oficial en el que esta política toma cuerpo de norma se remonta al 14 de enero de 1514,  cuando el rey Fernando el Católico promulgó una Real Cédula que autorizaba el matrimonio entre españoles y nativas en América.

Es cierto que anteriormente ya se habían producido matrimonios de este tipo en América, pues los españoles sabían que era una medida que fomentaría la integración y el asentamiento en América. La Reina Isabel reclamó al gobernador Nicolás Ovando, que fomentara los matrimonios mixtos, «que son legítimos y recomendables porque los indios son vasallos libres de la Corona española». Tal y como recuerda el periodista César Cervera en este artículo de ABC, según el historiador británico Hugh Thomas, se estima que ya a principios del siglo XVI la mitad de los colonos castellanos de La Española estaban casados de alguna manera con mujeres indígenas.

Sin embargo, la norma dictada por Fernando el Católico vino a regular y consolidar esta realidad, marcando un punto diferencial en la presencia española en América. Lo cierto es que al no existir unas normas claras al respecto había muchas irregularidades en la relación de las nativas con los castellanos y se hacía necesario regular y proteger esta relación.

Este hito histórico es fundamental para entender la presencia española en América y cómo se promovió el mestizaje e integración de los nativos y castellanos desde los primeros años de presencia en el continente. Además, este es un legado cultural, social y demográfico que a día de hoy se sigue pudiendo apreciar en muchos territorios de América.