Pablo Pardo (Oviedo, 1969) es corresponsal de El Mundo en Washington D.C. desde 2003. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra y cruzó el océano Atlántico para cursar un Máster en Política y Economía Internacional por la Universidad Johns Hopkins. También realizó estudios en la London School of Economics, la Universidad de Columbia (Nueva York) y en IESE, además de llevar a cabo sus estudios de doctorado en la Universidad de Navarra. Además, ha colaborado de forma ocasional con The Weekly Standard, BBC y The Miami Herald, así como con los think tanks New America, establecido en la capital de EEUU, y Social Market Foundation, con sede central en Westminster (Londres). También es miembro del Consejo Asesor de The Hispanic Council y del Consejo Asesor del think tank Civismo. Le entrevistamos con motivo de la celebración del Mes de la Herencia Hispana.

Estamos en pleno Mes de la Herencia Hispana, ¿durante estos años de corresponsal ha notado un mayor reconocimiento y celebración del legado hispano en EEUU?

En EEUU hay una creciente conciencia, desde luego, del legado hispano, aunque todavía es un reconocimiento muy pequeño. Creo que una pequeña parte de responsabilidad es de los estadounidenses, pero una gran parte lo es de los españoles. Los propios españoles no sabemos la presencia y la importancia que España ha tenido en la creación, formación y desarrollo de EEUU. No solamente en Florida, Texas, Nuevo México o California, sino en otros muchos sitios de EEUU, España ha tenido una presencia en la propia independencia de EEUU y posteriormente. Creo que muchas veces los españoles culpamos a los estadounidenses y, en realidad, lo primero que deberíamos hacer es un examen de conciencia y asumir nuestra responsabilidad. Comunidades españolas o descendientes de españoles que viven en EEUU han mantenido su identidad española y estadounidense, así como su herencia española, contra viento y marea pese a la indiferencia, en muchos casos, de España. Sí que existe, desde luego, un mayor reconocimiento, eso es indudable. Pero, en primer lugar, es todavía muy bajo y en segundo lugar, se deben a iniciativas individuales de gente que quiere dedicar una cantidad de tiempo y esfuerzos a estas cosas, o de comunidades que tienen ahora una mayor proyección.

Con las elecciones legislativas del 6 de noviembre en el horizonte, ¿cree que “el gigante dormido” despertará el 6 de noviembre o seguirá dormido?

Creo que la comunidad hispana está despertando muy lentamente y ahora mismo lo hace en parte como reacción. La comunidad hispana ha sufrido un ataque, francamente, inmerecido por un segmento del sistema de EEUU que lo ha convertido en culpable de todo. No es una comunidad que tenga problemas ni que sea problemática. Cuando se miran las estadísticas, los hispanos son como cualquiera otra comunidad inmigrante y como cualquier otra comunidad de EEUU, la única diferencia es que son más y eso no es culpa de ellos. Creo que la comunidad hispana ahora mismo, claro, ha visto que frente a esta reacción no puede seguir jugando el papel extremadamente pasivo que llevaba jugando desde hace mucho tiempo y está empezando a moverse. Por ejemplo, en Texas, en estas elecciones al Congreso, el senador Ted Cruz, que no es particularmente afín a la comunidad hispana, a pesar de que es descendiente de cubanos y de que su nombre es Eduardo, tiene un rival muy fuerte, Beto O’Rourke, que habla español perfectamente, mejor que Cruz (que habla un buen español), y está consiguiendo mucho apoyo de la comunidad hispana, hasta el punto de que, sorprendentemente, la campaña en Texas por el Senado está siendo reñida y Donald Trump va a tener que acudir a apoyar a Cruz, a pesar de que las relaciones personales y políticas entre ellos son pésimas. Por eso, creo que sí está despertando lentamente. Pero hay otro problema. La comunidad hispana no es homogénea. Un cubano y un salvadoreño tienen cosas en común, pero también tienen diferencias. Y tienen diferencias de actitud muy grandes. Una cosa que es muy hispana: “me opongo” (risas). Este es uno de los grandes problemas de esta comunidad

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. Cubanos, salvadoreños, mejicanos, colombianos, ahora también venezolanos, puertorriqueños… Cada uno va a su aire y no hay una verdadera unión estratégica, que creo que sería lo verdaderamente importante.

¿Qué horizonte se dibuja para la comunidad hispana tras estas elecciones?

Creo que ahora mismo hay que tener en cuenta que cualquier predicción electoral en el mundo es muy arriesgada. Después del Brexit y de Donald Trump cualquier predicción que se haga es arriesgada. Predecir una marea azul o una victoria masiva de los demócratas, en principio, es lo que nos dicen las encuestas, pero… Siempre cuento la anécdota de una persona que estaba en la campaña de Hillary de 2016, en una posición relativamente alta: una o dos semanas antes de las elecciones me dijo, literalmente, que estas elecciones estaban ganadas. Recuerdo también a una persona de la campaña de Donald Trump que el día de las elecciones, el mismo martes en el que se votaba, me dijo que estas elecciones estaban perdidas pero que el movimiento continuaría. Es complicado. En todo caso creo que, por un lado, el primer factor clave de estas elecciones es ver la participación de los hispanos. Ver si ha subido. El segundo elemento clave es la participación de los jóvenes hispanos. Los jóvenes en EEUU tienen una participación electoral muy baja. Los jóvenes hispanos también y la población hispana es abrumadoramente joven. Estas dos métricas son muy importantes: si los jóvenes hispanos se están movilizando y si están votando. Creo que estas elecciones también van a suponer, pase lo que pase, enterrar definitivamente el famoso proyecto del muro gigante con la frontera de México. Pero después habrá que ver cuál va a ser la reacción de las fuerzas antiinmigración. Fuerzas que, en muchos casos, dependen de generar enfrentamiento, confrontación y crispación. Si hay más representantes de origen hispano, que presumiblemente debería haberlos, y si el español en el Congreso crece en número de representantes hispanohablantes, que igualmente debería crecer, habría que ver qué reacción puede provocar esto. Estamos ya en una tensión muy grande. Habría que ver qué sucede porque en EEUU ahora mismo la dinámica política es una dinámica de crispación. Hay que reconocer, por ejemplo, que la comunidad hispana, como otras comunidades inmigrantes pero la hispana de forma particularmente notable, no ha reaccionado a la crispación con más crispación. Han mantenido el tono previo. Otra cosa es que a lo mejor el tono previo fuera estridente o innecesariamente estridente. En ese sentido soy crítico con ellos, como cuando salen a hacer manifestaciones con la bandera de México. Si estas en EEUU, no salgas para pedir reconocimiento a inmigrantes indocumentados con la bandera de México. No salgas en ningún país, en el que eres inmigrante, con la bandera de tu país de origen. Punto. Me da igual que sea EEUU, España o Malasia. Pero ahora mismo, con toda la crispación de los últimos años, no ha habido un juego de acción-reacción y creo que esto ha sido muy positivo.

¿Cree que España está aprovechando el crecimiento hispano para potenciar sus relaciones diplomáticas y culturales con EEUU?

Creo que España tiene un potencial enorme en EEUU que está aprovechando, pero que todavía debería de aprovechar muchísimo más. No sólo por medio de los hispanos, sino incluso con la relación directa e histórica entre España y EEUU. Creo que es absolutamente enorme y abrumadora y los propios españoles lo dejamos pasar. En materia de hispanos, creo que no te puedes acercar a la comunidad hispana de EEUU como la antigua potencia colonial y en ocasiones esta actitud se ha dado, es decir, la idea de que esto es la “nueva Reconquista”. A nadie le gusta que alguien viniera a España y nos dijeran que esta es la “nueva Reconquista” de los italianos por la antigua Roma. Creo que hay que utilizar más los valores del presente y del futuro, es decir, la presencia de España como país consolidado de Europa, la comunidad lingüística, la tradición religiosa, etc. Creo que se pueden hacer muchas más cosas en ese sentido: España como puerta de la Unión Europea.  Es un factor absolutamente crítico que se ha utilizado, pero que se puede emplear mucho más y, sobre todo, tratar de evitar la referencia a la época colonial por motivos obvios. A nadie le gusta que le recuerden que su país fue una colonia.